Si me seguís por Twitter (@CMarcapaginas) habréis visto que estoy participando en un reto de escritura creativa llamado #OrigiReto en su edición de 2019. Ha sido creado por Katty (@Musajue) y Stiby (@Stiby2)
Tenéis toda la información en los blogs de las creadoras ( La pluma azul de Katty y Sólo un capítulo más)
Relato OCTUBRE- Des-encantada
Ni cuando escuchó su nombre desde el exterior de aquella
torre justo antes de ser rescatada se sintió tan sorprendida como cuando esa
menuda mujer lo pronunció. Estaba sentada en el exterior de un portal tejiendo
despreocupada cuando su mirada se había posado en la forastera que acababa de
llegar a caballo. A su lado, un precioso perro había empezado a ladrarle.
—Rapunzel— repitió la señora. La joven
notó que la tensión que había entumecido sus articulaciones desde hacía semanas
desaparecía junto con el aire que había estado reteniendo. Y en su lugar,
apareció la rabia.
Descabalgó aún titubeante, intentando adivinar cómo actuar a
continuación. Pero la señora, con un elocuente gesto, la invitó a pasar a su
hogar. No hablaron, sólo le sirvió un contundente desayuno y se sentó a comer
con ella. La mascota de la mujer continuaba ladrando, pero también moviéndose a
su alrededor y agitando la colita.
Los pensamientos agolpaban su mente y, hasta que no sintió
que su hambre se había calmado, no pudo analizarlos. Aunque, en realidad, se
podían resumir en uno: “Todo ha sido una mentira”.
Todo. Desde su encierro en la torre hasta su heroico
rescate. Durante meses, ella había creído en esa mentira, había querido creer
en ella. Una pobre chica sin memoria que se convertía por capricho del destino
en la prometida del príncipe Érik.
¿La querría él de verdad? ¿O sólo como un trofeo del que se
sentía orgulloso?
Sabía que eso es lo que era, en realidad. Ella y muchas de
las prometidas o esposas de los nobles de aquel reino egoísta y cruel.
Jóvenes arrancadas de sus familias por puro deseo del joven
de turno, borrada su memoria y encerradas en incómodas torres durante años. El
largo pelo que las caracterizaba recogido en altos moños cuando, finalmente,
eran rescatadas por el paladín que cumplía la mayoría de edad. Una prueba de
hombría, la prueba de que ese niño se convertía en un hombre.
Y ella se había creído el cuento. El cuento de la princesa
rescatada, del amor verdadero que todo lo podía.
Los sentimientos que aún tenía por Érik le oprimían el
pecho, hubiera querido dejar de quererle en el mismo momento que robó el
caballo con el que había llegado a aquella ciudad. Pero el corazón no funciona
así.
Tras su liberación y pese a la innumerable cantidad de
fiestas a las que asistió, apenas había hablado con otras chicas. Su prometido
y otros hombres eran los encargados de entretenerle y dirigir la conversación.
Por ellos se había enterado de las graves revueltas que asolaban la región de
Ajoir y de los peligros que entrañaba un viaje allí.
A Rapunzel le gustaba viajar, pero ni en sus más locos
sueños habría soñado con ir a un lugar tan peligroso.
Hasta que habló con Éloba, la esposa de uno de los
consejeros de Érik. Ella estaba embaraza y había aprovechado el inicio de las
contracciones y que tanto su marido como el príncipe habían ido a buscar a un
médico para hablar con ella a solas.
— Nos
secuestran, nos desmemorizan, nos encierran y luego fingen salvarnos. — Gimió con una profunda mueca
de dolor, producto de otra contracción. — Ellos se hacen los héroes, demuestran lo
hombres que son. Luego nos traen, nos hacen sus esposas, nos preñan y luego… Ya
no hay escapatoria posible. Es una cárcel sin candado, pero no puedes huir.
Al principio, Rapunzel atribuyó sus palabras a delirios de
dolor. Pero entonces Éloba clavó sus ojos en los suyos:
— Pregúntate,
¿cómo sabía el príncipe tu nombre antes de rescatarte? Si quieres la respuesta,
ve al lugar donde te digan que es más peligroso ir.
Habían pasado semanas desde que escuchó esas palabras hasta
que realmente empezó a pensar en ellas. Lo primero que se le ocurrió fue
preguntarle a su prometido. Pero la semilla de la duda estaba plantada y pensó
que, si él formaba parte de todo ese entramado, no le respondería con la
verdad.
La pequeña duda se fue convirtiendo en una obsesión que no
le dejaba ni dormir. Ya no disfrutaba de las fiestas ni de los placeres de
palacio. Sólo quería coger un caballo y comprobarlo por si misma.
Y así había hecho a la salida de un baile del que se había
excusado por estar indispuesta.
Ahora estaba en Ajoir, aquel lugar que le habían presentado
como centro de violentas revueltas, que se despertaba aquella mañana como lo
habría hecho cualquier otro pueblo del valle.
Pasó a observar detenidamente a la mujer que se sentaba en
frente y que la miraba con silenciosa curiosidad. Había respetado su sorpresa y
sus cavilaciones. Cuando el perro volvió a acercarse a ella ya no pudo negar lo
que notaba en él, reconocimiento. Y, cuando sus ojos se cruzaron con los de esa
mujer, no consiguió contener una sonrisa.
— Rapunzel— susurro de nuevo, como
deleitándose con su nombre. —
Hija. — añadió entrecortadamente. — Bienvenida de nuevo a casa.
- Objetivo: #12 Crea tu propia versión de un cuento clásico
- Objeto oculto: #12 Mascota y #31 Candado