Si me seguís por Twitter (@CMarcapaginas) habréis visto que estoy participando en un reto de escritura creativa llamado #OrigiReto en su edición de 2019. Ha sido creado por Katty (@Musajue) y Stiby (@Stiby2)
Tenéis toda la información en los blogs de las creadoras ( La pluma azul de Katty y Sólo un capítulo más)
Microrrelato ENERO- Sentir
No sentí nada cuando la doctora habló. En realidad, llevaba
sin sentir nada dos días.
En el informe médico que deslizó sobre la mesa lo ponía
claramente, era una mujer embarazada de un bebé muerto.
No preguntó cómo me sentía.
De todas formas, no habría sabido responder.
Mientras estuve esperando la intervención me tocaba a menudo
la incipiente barriga. Es probable que debiera sentir asco o desesperanza. Pero
únicamente me sentía vacía. Desde aquel día mi corazón también había dejado de
latir.
Por supuesto no le dije nada de esto a la psicóloga. Sólo
permanecí en silencio. Lo mismo que hacía cuando la gente me preguntaba de
cuánto estaba o cuándo nacería. Mi bebé no nacería, señora, me lo extirparían
dentro de una semana, habría querido responder.
Portaba un ser muerto.
Cuando todo el mundo mostraba interés por el feto yo quería
decirles que, aunque él se había ido, yo seguí ahí. Pero no lo dije. Y nadie me
escuchó.
- Objetivo: #23 Relata la historia de un embarazo fuera de lo corriente (o conciencia sobre algo poco conocido del tema), en que la futura madre sea la absoluta protagonista y no el bebé.
- Objeto oculto: #6 Un informe médico
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Relato ENERO- Maldita
Otra vez.
- ¡No! - Hubo una leve pausa. Tan sólo un instante. Pero
continuó.
Quería gritar. Bien alto y bien fuerte, que todos me
escucharan. Era imposible. Bueno, al menos si eras una espada.
Empecé a notar el calor de la piel. Quise contener la respiración
y, si hubiese podido respirar, es lo que habría hecho. Pero no pude más que
sentir cómo otra capa de tejido sucumbía a mi afilado filo.
Siempre me sorprendía lo fácil que lo traspasaba. Parecía
arena dejándome pasar sin apenas resistencia.
Los primeros gemidos escaparon de su boca. Él trataba de
contenerse, pero tenía que ser realmente doloroso. La culpabilidad volvió a
golpearme. Yo sólo infligía daño, nunca lo sufría. No es mi culpa, me tenía que
repetir cuando esos pensamientos me atacaban. No puedo hacer otra cosa.
La sangre me recorría como tantas otras veces. Me bañaba
entera. La notaba llegar a mi empuñadura y de ahí caer despreocupadamente al
suelo. Todas las sangres eran iguales, espesas y calientes, y todas parecían
deseosas de escapar de sus dueños. Su mano resbaló ligeramente y
momentáneamente la presión que ejercía disminuyó.
Era sólo una tregua, volvió a empujar.
Ojalá pudiera resistirme. Pero no hay nada más poderoso que
la voluntad de un hombre leal de acatar las órdenes de su señor. Y la orden era
muy clara: “Acaba con tu vida con tu propia espada”.
Cuando gritó decidí darme por vencida. La pena me invadió
como lo había hecho las otras veces. Lentamente ocupaba hasta el último rincón
de mi alma. Porque puede resultar sorprendente, pero las espadas tienen alma. O
al menos las espadas malditas.
Él era valiente. Su padre había gritado mucho más. Y qué
decir de su abuelo, pensé que se pasaría toda la eternidad entre chillidos
desgarrados.
Nadie culpa nunca a la espada, sólo a la mano ejecutora.
Quedaba poco, lo sabía por la gran cantidad de mí que se
encontraba envuelta por su cuerpo. Quise dedicarle unas palabras. Habíamos
luchado bien juntos, vaya que sí. Era uno de los espadachines más diestros que
jamás me habían empuñado. En nombre de su rey había matado hasta la
extenuación.
Pero nada eso sirvió cuando fue acusado.
Todo ocurrió al mismo tiempo. Mi punta volvió a estar en
contacto con el aire fresco, una postrera exhalación escapó de entre sus labios
y una pluma blanca descendió hasta posarse en mí. Ese contraste me removió. Él no
volvería a respirar y mientras yo sentía la delicada caricia de esa solitaria
pluma.
Ojalá hubiera podido llorar.
Otra
vez recé al árbol sagrado porque fuera la última vez. Porque no tuviera que
acabar con la vida de ninguno más de su familia.
Pero él tenía un hijo.
- Objetivo: #1 Haz que el protagonista principal del relato sea un botijo o un objeto maldito (o ambas), o que la historia se centre en él.
- Objetos ocultos: #15 Una pluma y #32 Árbol sagrado