Si me seguís por Twitter (@CMarcapaginas) habréis visto que estoy participando en un reto de escritura creativa llamado #OrigiReto en su edición de 2019. Ha sido creado por Katty (@Musajue) y Stiby (@Stiby2)
Tenéis toda la información en los blogs de las creadoras ( La pluma azul de Katty y Sólo un capítulo más)
Microrrelato MAYO- Tenías razón
11 de agosto
Tía, acabo de acabar
Chernobyl y es una pasada
Seriaza
Por cierto, has visto
esto??
30 muertos y 50 desaparecidos en una explosión nuclear en Illinois
Si, si, vaya causalidad
Todo pasa en EEUU
Seguro que quieren su propia serie
Jajajajjajja fijo
12 de agosto
Que dicen que la explosión
de ayer pudo ser provocada
Ahora seguro que lo achacan al ISIS, como todo
14 de agosto
Has visto lo de la
central nuclear en Irak?
Pura casualidad tía
16 de agosto
Me vas a decir lo mismo
de la de Japón?
Sabes que allí explotan centrales nucleares todos los días
Joder tía que vivimos
super cerca de la central de Trillo
Mira Sara tía, de verdad que te quiero, pero se te está
yendo la olla con el tema. No nos va a pasar nada.
20 de agosto
Maider, me voy con mi
familia a un bunker que nos han facilitado, es de la guerra civil pero lo han
reacondicionado.
Sé que no crees en
esto, pero si te decides, escríbeme
30 de agosto
Estás bien? Dicen que
el ataque es inminente!
31 de agosto
Tenías
razón.- Objetivo: #22 Escribe un relato sólo con diálogos.
- Objeto oculto: #25 Una explosión nuclear.
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Relato ABRIL- Ángel de la muerte
Y entonces la reconoció, aunque el nombre que venía a su mente al observar esos ojos no era el que había leído. Ella parecía confusa, tosía y se llevaba la mano a la cabeza. Casi de manera instintiva le extendió la mano.
- ¿Te encuentras bien?- La joven reparó por primera vez en su presencia pero, como era de esperar, no la reconoció.
-Sí gracias, sólo estoy un poco mareada, ese coche me ha golpeado y casi me atropella.- Aún así asió la mano que le tendía y se incorporó, sacudiéndose la falda nerviosamente.
El ángel de la muerte se había quedado sin respiración, no podía dejar de contemplarla. Su rostro era tal y como lo recordaba. O, para ser más exactos, como el maldito de Park Joong Won le había obligado a recordar. Era un milagro que ella se hubiera reencarnado en el mismo cuerpo.
-Venga, te invito a tomar algo para que se te pase el mal rato. - Tenía que alejarla del lugar del accidente lo antes posible. La chica, aunque incómoda en un principio, accedió con un ligero asentimiento. Juntas se acercaron a una cafetería cercana, donde el ángel se encargó de pedir las bebidas, usó el talonario del trabajo al pagar y rezó para que no fuera un cheque sin fondos. Mientras, la joven se recostaba en un cómodo sofá y la observaba con una leve sonrisilla. ¿Pensaría que era guapa? Comenzó a ponerse nerviosa, parecía una cita.
Habría dado su vida entera por haber tenido otra cita con ella, y allí estaba. Sentada delante de ella, riendo con sus comentarios y relajada. Porque era sorprendente lo a gusto que se mostraba la joven con una chica que había visto por primera vez en su vida. O, al menos, por primera vez en esta vida. Y el ángel de la muerte estaba convencida de que esa conexión había traspasado las barreras del tiempo. La conversación fluía con inaudita facilidad, su compañera parecía disfrutar de sus disertaciones. Siempre había sido así, ella era la habladora y Yang Mi, una excelente oyente.
Si por ella fuera, aquel momento nunca habría acabado. Pero la camarera se acercó para anunciarles que estaban cerrando. Sintió que el corazón se le encogía en un puño. “No por favor, no quiero volver a decirte adiós”.
Se dio cuenta que había estado conteniendo la respiración cuando Yang Mi le tomó la mano.
-¿Vamos a bailar? – Y el ángel de la muerte supo que nunca había oído de un plan que le apeteciese más en su vida. Acudieron a una concurrida discoteca que había en las inmediaciones. La música inundó sus venas y se dejaron llevar por el ritmo. Se reían, se reían a carcajadas. Dio vueltas a su compañera sobre si misma y, cuando parecía mareada, la envolvió con sus brazos. La chica le miró fijamente a los ojos. Y la vio. Sabía que la amaba.
Las horas pasaron y Yang Mi decidió volver a casa. No podía dejarle hacerlo. Si volvía a casa lo descubriría todo. Y no podía permitirlo. Se había saltado demasiadas normas en una noche para echarlo todo a perder.
Aun así la acompañó hasta el portal. Aunque era de noche, hacía calor y una ligera brisilla les acompañaba. La joven se recogió el pelo en un firme moño alto. De esa forma se parecía aún más a la chica que había conocido. A aquella princesa del Goryeo con la que había jugado, con la que había reído, y de la que se había enamorado. Puede que su mayor pecado hubiera sido haberse quitado la vida y que por eso tuviera que pagar este precio. Pero no habría cambiado nada si eso volvía a llevarle a ella.
Trató de enunciar unas palabras de despedida mientras su mente buscaba la manera de evitar que subiese. Miraba al suelo nerviosa, no era capaz de mirarle a los ojos y contarle la verdad.
-Para, por favor. – Susurró Yang Mi. El ángel de la muerte alzó la vista sorprendida. Y en ese momento la chica le besó. Primero suavemente, después con pasión. Sus brazos rodearon su cuello y su mano, posada en su nuca, la atraía hacia ella sin dilación. Había necesidad en sus besos. – Me gustas, mujer sin nombre. – Afirmó entre sus labios.
Supo en ese momento lo que debía hacer. La invitó a pasar la noche en su casa. Ambas se alejaron del portal de Yang Mi de la mano.
No sabía cuántas reglas terrenales o celestes estaba rompiendo, pero iba a pasar esa noche en manos de su amada, y le daba igual tener que pagarlo con otros quinientos o mil años como ángel de la muerte.
Era la primera vez que sus cuerpos se encontraban de esa manera. Era la primera vez que podía recorrerla así, disfrutarla de esa manera. Y, finalmente, cayó profundamente dormida en sus brazos. Pensó que no podría haber una felicidad mayor en el universo que la que estaba experimentando en ese momento.
Despertó con la sensación de haber dormido durante mil años. Entreabrió los ojos para ver a Yang Mi sentada en el borde de la cama, mirando por la ventana. Seguía desnuda y estaba más hermosa que nunca. Cuando notó que se había despertado se giró a mirarla. Una sonrisa nació en sus labios pero inundó todo su rostro hasta sus ojos. Se inclinó para besarla, y antes de que el ángel de la muerta pudiera decirle nada, habló.
-Estoy muerta, ¿verdad?
La mujer sin nombre sintió que el corazón se le paraba. Aun así, asintió lentamente. Pero Yang Mi sólo cerró los ojos y se mordió el labio inferior. Cuando los abrió de nuevo, parecía decidida. Le dedicó una triste sonrisa al decir:
-Vamos a desayunar. – Tomó una camisa olvidada en una silla y se la puso mientras se acercaba al comedor. Allí las paredes estaban enteramente cubiertas por estanterías hasta el techo llenas de pequeñas tazas. Se sentó en la alargada mesa que había en el centro, justo en el sitio donde esperaba un posavasos de madera. No dijo nada mientras el ángel de la muerte se vestía apropiadamente, con une elegante traje negro. Se situó frente a ella con una pequeña taza y una tetera humeante. Al servir la bebida las lágrimas comenzaron a rodar por su rostro.
- Este es el té del olvido, te permitirá reencarnarte y ser feliz en tu próxima vez sin recordar nada de esta vida. – Se sabía el discurso de memoria, había dicho esa misma frase millones de veces, y aún así nunca le había pesado tanto pronunciar unas palabras.
-Gracias. – Dijo Yang Mi tomando la taza entre sus manos y alzándola. Pero antes de beber la miró fijamente a los ojos.
- ¿Nos conocimos en una vida anterior? – el ángel de la muerte asintió y ella acabó con el té del olvido. Tras eso la mujer le acompañó a una puerta que conducía a un espacio blanco y brillante. Pero antes de cruzar, la joven le dio la mano y acarició su mejilla.
- En mi próxima vida volveré a encontrarte y a amarte. – Y la besó justo antes de cruzar la puerta.