Un marcapáginas es un objeto muy simple que utilizamos para señalar el punto exacto donde hemos parado nuestra lectura. Puede ser un trozo de papel que hayamos encontrado a mano, una esquina doblada, el billete del metro o uno en condiciones, cogido en alguna librería. Sencillo y útil, sin más misterio.
Pero para mí significa mucho más, es una pequeña obra de arte enterrada entre las páginas de alguna historia que aún me depara sorpresas, que tiene más para mostrarme; significa la esperanza de volver a sumergirme en ese libro justo donde lo dejé y sobre todo significa no doblar una página de un libro bajo ningún concepto.
Mis estanterías se van llenando de libros a la par que mis álbumes de marcapáginas, los hay bonitos, de propaganda, regalos, compras o simplemente especiales. Todos y cada uno de ellos se acumulan con el único propósito de ser contemplados y admirados, mientras que algún hermano repetido hace el trabajo sucio.
Adoro los marcapáginas, pero no sólo ellos, adoro los libros que marcan, las historias que guardan con celo, adoro ese mundo literario que hay a mi alrededor y de los que ellos forman parte.
¡Bienvenidos!
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